Existen personas que son capaces de dedicar su vida entera al servicio de otros, de quienes necesitan una mano más que ellos mismos. Y en momentos en que una tragedia azota a un pueblo, es cuando más claramente se ve de qué está hecho el ser humano. Álvaro Mellado es de Turbaco Bolívar, Colombia pero actualmente vive en Cartagena.
Una noche hace varios años atrás, se encontraba mirando televisión con su hija, Natasha. En la pantalla veía como en el municipio de Mocoa, a cientos de kilómetros de su hogar, un pueblo entero se caía a pedazos. Las fuertes lluvias llevaron al desbordamiento de los ríos Mocoa, Mulato y Sancoyaco, los cuales destruyeron casas, puentes y coches. En total, 17 barrios de la ciudad fueron afectados, más de 300 personas fallecieron, otras 400 resultaron heridas, y 200 desaparecieron.
Como en la mayoría de los barrios afectados no existía un catastro de la gente que allí vivía, los afectados probablemente fueron considerablemente más que la suma oficial.
Mientras veían la televisión, la hija de Mellado le preguntó si acaso haría algo para ayudar, como cocinarles. Le pareció una buena idea y a través de redes sociales pidió ayuda para recaudar dinero para viajar, pero la gente lo criticó y pocos se dignaron a ayudarlo.
Entonces Mellado se acercó al gobernador de Turbaco y habló con su esposa, Liliana, quien según él le regaló $ 48 dólares con los que pudo viajar.
El viaje duró tres días pero al llegar no estaba menos motivado. Se acercó a la cruz roja como voluntario donde lo aceptaron para cocinar para los damnificados. Esa primera vez, debió cocinar entre 800 y 1.000 platos de comida.
En ese momento su perspectiva respecto a su vida cambió, “me entró que en la vida hay que ser humilde”. Comenzó a viajar por Colombia y luego por Sudamérica ayudando en causas humanitarias, principalmente a niños de pocos recursos.
Mellado lleva tres años ayudando niños y utilizando el dinero que recauda para su bienestar. Pero como él dice, a pesar de llevar varios años, “todavía falta” mucho por hacer.
