El 7 de agosto, fecha memorable, cada uno de los valientes soldados que conforman el Ejército de los colombianos debe sentirse profundamente orgulloso de lo que es y representa en el seno de nuestra democracia, el estado social de derecho y las instituciones legitimas. Pues es el defensor y protector de los derechos y libertades de cada uno de los ciudadanos, legado de nuestros próceres de la independencia, aquel día del 7 de agosto de 1819, cuando se escribió con sangre indeleble las gloriosas páginas de nuestra historia, como símbolo de respeto y libertad.
Soldados que no tienen otro objetivo que la defensa, preservación y custodia de la vida y los bienes de su pueblo, cuya única recompensa es la alegría y la tranquilidad de aquellos que ha jurado defender y por los cuales está dispuesto a realizar hasta los más caros sacrificios. Aquellos que comprenden que la mejor forma de representar fielmente a su pueblo es actuando en forma transparente y honesta, como ejemplo vivo de los principios y valores que conforman nuestra cultura institucional: el respeto por las leyes, la competencia, la ética y el honor militar. Por eso, son leales, prudentes, respetuosos, pero, ante todo, persistentes en el alcance de sus objetivos.
Soldados, hijos de un pueblo pujante, alegre, trabajador, cuyo mejor homenaje es la permanente confianza, fe y esperanza que depositan en quienes portamos las insignias de la Patria. Porque tienen la certeza que en nuestras filas se confunde la mezcla de razas con la Patria misma, porque, como ninguna otra Institución, representa las diferentes étnias y culturas de cada una de sus regiones, promulgadas en la Constitución; por eso, son el mejor símbolo de la emancipación y la libertad.
También recordamos ese día a los héroes de Colombia, aquellos sacrificados soldados que en el peñasco y el fragor de la batalla ofrendaron sus vidas por la vida de su pueblo y que hoy son semillas de libertad y de gloria, cuyo recuerdo actúa como bálsamo para continuar labrando mejores horizontes para cada uno de los colombianos.
Nuestros conciudadanos pueden estar seguros que en cada rincón de la geografía nacional hay un soldado recio, transparente, contundente y feliz, defendiendo la vida y la libertad de quienes ha jurado proteger; soldados guerreros y generosos que en el onomástico institucional ratifican una vez más a los violentos, que no permitirán que se mancille la vida y la honra de los colombianos de bien, porque ese es el proyecto colectivo y la práctica de vida de un soldado.
Valerosos soldados ¡Feliz día del Ejército Nacional!
Tomado de eltiempo.com