Cuando se va de prisa y la vida pasa desapercibida

¿Alguna vez has pensado cuáles son las desventajas de vivir rápido? Este texto nos invita a reflexionar sobre ellas, la vida y por qué es importante dejar de ignorar lo que nos rodea.

Si nunca te has cuestionado cuáles son las desventajas de vivir rápido, este texto escrito por Fátima Virgen nos hace reflexionar sobre ellas y todo lo que nos perdemos al llevar una vida tan de prisa, ignorando aquello que está a nuestro alrededor; desde cosas hasta personas y sentimientos. ¿A dónde vamos a llegar si seguimos así?

Van de prisa, los he visto a todos. Beben rápido el café porque las manecillas pegadas en la pared se les han adelantado, se vistieron con lo más elegante que encontraron en el clóset y sólo echaron una mirada a su camisa favorita e ignoraron sus zapatos más cómodos. Están listos para los demás, pero nunca para ellos.

Caminan rápido e ignoran un trinar, a un viejo amigo, un perro, una sonrisa, una mirada, el sol, las nubes y sus formas.

Van de prisa, los he observado bien, porque mientras parezco distraída, he visto muchas miradas perdidas en la nada. Mientras dentro de sí, un sinfín de historias se dibujan perfectas; un sinfín de hubieras se corrigen a su manera; mientras ellos sueñan una vida que no viven, que se les fue; mientras tratan de regresar el tiempo, las risas, el aroma, el beso. Sin darse cuenta que sigue corriendo.

Porque van de prisa.

Pero, intentan no ir de prisa también: cuando paran al viento, le piden que se detenga, le piden que se quede sin entender que, su rumbo no es de ellos, cuando amando el día; desean la noche, cuando creyendo ser consientes del tiempo; aplazan todo, creyendo que habría más para luego, creyendo que sería por siempre. No es así.

Pero por suerte pasa que llega gente mágica, llega gente que todo lo puede parar; quien conoce una mirada, quien escucha despacio, quien abraza y ama, que ve lágrimas correr, que escucha la risa estallar, quien ve el sol caer, que ve al día irse, la noche llegar; y lo detiene todo, quizá por sólo un rato, pero cuando todo vuelve a la vida, siguen ahí.

Y también ahí han pedido más tiempo, también han cerrado los ojos rogando que no se terminara, y el viento también corrió.

Porque les molesta ir tarde, odian que caiga la noche y se sientan como sino hubiesen despertado, como si les hubiese faltado dar más, como sino hubiesen sido suficientes y quieren quitarse todo, soltarse de lo que no les gusta cargar, dejarse caer, quieren empezar una vez más, reiniciar, entregarse por completo y entonces se prometen un sinfín de cosas pero temen de nuevo, al tiempo.

¿Está vez sí? Pero entienden que están en constante giro, que quizá ya estuvieron aquí, que ya conocen este camino, esa tierra, ese aroma y que quizá les están dando una nueva oportunidad, llámenle destino, llámenle Dios, llámenle Universo; pero están, tratan de recordar dónde y con quiénes respiran, sonríen y siguen.

Como el viento, pero esta vez más despacio.

Fuente: CULTURA COLECTIVA

 

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