En Colombia (y en Ecuador y en Venezuela) se celebra sagradamente, cada año, la noche del 7 de diciembre, el día de velitas. En la tradición católica, el ritual está relacionado con la vigilia de la celebración de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, pero para no entrar en detalles religiosos, podemos dar una explicación más sencilla: es el día que, para alegría de católicos o no católicos, es el primer festivo de diciembre. De hecho, aunque ni sepamos el motivo del motivo del festejo, crecimos prendiendo velas encima de una tabla o en la calle hasta que se derrita la cera; todo para rematar, casi siempre, con otro ritual nacional: una borrachera monumental. Lo celebramos por tradición, así ya no tenga un significado profundo. Y lo hacemos a veces de formas muy particulares y hasta intrépidas. A la colombiana.
Si hiciéramos un compendio de tradiciones criollas, hay varios infaltables del día de velitas con los que muchos crecimos. Y que puede sean costumbres a las que no les quede mucha vida.
Prender una esponjilla
Antes de que nos pudiéramos entretener con .gifs que muestran imágenes divertidas a modo de bucle, había que ingeniárselas para generar ese efecto en la vida real, a punta de manipulación directa. Sin importar que jugáramos con fuego, literalmente. Para lograrlo, la vieja confiable del día de las velitas era amarrar una esponjilla a una cuerda, prenderle fuego y ponerla a girar. El resultado podía ser algo así:
O una noche en el pabellón de quemados.
Las chispitas mariposa
Así vivamos en la modernidad tardía, los que crecimos con las chispitas mariposa fuimos expertos en light painting desde antes de que se pusiera de moda en Internet. Aunque la pólvora está prohibida en el país, las bengalas de luces para niños creadas por la empresa Mariposa son un clásico de clásicos. El olor a quemado de la chispita huele a Colombia.
Ver alumbrados
Para los grinch de la navidad puede ser una tortura, pero en esta tierra llena de tragedias y de trancones, salir a ver luces es un alivio para muchas familias. Uno que no cuesta más que lo del bus. La navidad convierte a las ciudades en un atractivo turístico incluso para sus propios habitantes y en el día de las velas todo se intensifica. Es un plan tan tradicional que este año Medellín completó cinco décadas, sin falta, poniendo millones de luces en parques, carreteras y calles. La costumbre ha evolucionado tanto que hoy ya hay instalaciones interactivas.
Los ríos de cera
Como casi todas las celebraciones criollas, el día de velitas concluye con un guayabo y un desorden inmanejable. La prueba culmen de que la tradición sigue viva es que, en los barrios, un día después de la celebración hay un río de cera de velas derretidas. Y muchos enguayabados.
Los quemados
Tan colombiano como el Show de las estrellas y la patadita de la buena suerte, es que un día después de cada festividad navideña haya noticias de niños quemados. Las chispitas mariposa son completamente inofensivas en comparación con la cantidad de juegos artificiales peligrosos que se utilizan, sin ningún tipo de precaución, en todo el país. Lo que se volvió costumbre es comparar los números de quemados, año tras año.
¿Y ustedes qué hacen el día de las velas?