Uno se casa con un desconocido. A los hijos los conoces desde antes de que nazcan; fueron parte de ti; vivieron en tu interior. Entonces, ¿Quién debe ser la prioridad en tu vida?
Hace tiempo leí un artículo acerca de por qué es importante que la prioridad en tu vida sea tu cónyuge, aun antes que tus hijos. En un párrafo menciona que al principio la pareja son dos y al final cuando los hijos se van, vuelven a ser dos. Me conmovió a idea de los esposos juntos al final de su vida. Ese debería ser el propósito de cada una de las parejas que se casan. Y sería posible lograrlo siempre, si la vida fuera simple. Salvo que la vida puede ser muchas cosas, pero jamás será simple. La gama de situaciones que atraviesan las personas que conozco, me indica que no es sencillo llegar al «de nuevo solos». He aquí algunos ejemplos de vida diferentes unos de los otros:
1. Unidos hasta el final
Floys y Violeta Hartwig, quienes, tras 67 años de matrimonio murieron con tan solo cinco horas de diferencia el uno el otro. Tomados de la mano de cama a cama, se fueron apagando al lado de sus tres hijos, quienes fueron testigos de su vida y su romántico adiós. Se conocieron en la escuela primaria y desde entonces fueron inseparables. A sus 90 años Floys sufría cáncer de colón y ella de 89, demencia senil, pero ni la enfermedad pudo alejarlos porque es probable que la prioridad en sus vidas siempre fuera el uno para el otro.
2. Los hijos como prioridad
Para Aranza y Rogelio su prioridad siempre fueron sus dos hijos, después de todo, según ella considera, nunca sabes si la pareja te va a ser leal siempre, y el vínculo entre padres e hijos nunca se rompe. Al final tuvo razón, después de más de veinte años de matrimonio, descubrió la infidelidad de su esposo. Según él, al casarse sus hijos, no encontró algo que los uniera, que pudiera sostener el matrimonio. Ahora él vive con su nueva esposa, nuevos hijos y ella buscando un objetivo.
3. La satisfacción personal, una prioridad en estos días
Cuando el padre de su hijo se enteró que Ofelia estaba embarazada, desapareció por arte de magia. Ella tuvo todo el apoyo de sus padres. Aún no había terminado la carrera de medicina, entre las clases, las prácticas y preparación de exámenes, eran pocos los momentos de convivencia con su hijo. Al terminar su carrera, obtuvo una beca para ir al extranjero a continuar sus estudios de posgrado. Después de unos años, ella obtuvo un puesto en uno de los mejores hospitales. Entonces conoció a su actual esposo y, con la vida resuelta, regresó por su hijo. Pero el niño tuvo muchos problemas para adaptarse, por lo que después de un tiempo de tenerlo a su lado, se decidió que el niño regresara con sus abuelos.
Los ejemplos anteriores nos muestran diferentes situaciones en las cuales las prioridades son distintas. No se puede juzgar cual es la correcta porque como lo dijo Harper Lee en su novela Matar A Un Ruiseñor, «nunca llegarás a comprender a una persona hasta que no veas las cosas desde su punto de vista». Cada historia de vida es diferente; las mismas situaciones van cambiando, lo que hace que nuestras prioridades sean variables. Todo depende del momento.
Diferentes Escenarios
Imagina que hoy es un día significativo para tu cónyuge, recibirá un importante premio y la ceremonia de entrega es esta noche. En el momento que se disponen a salir de la casa, tu hijo de solo siete años muestra signos de estar enfermo. ¿A dónde irás? ¿A la ceremonia o al hospital?
Ahora imagina la misma situación, pero esta vez, no es una ceremonia a la que tu pareja debe asistir, sino al funeral de su madre. Por supuesto llevas al niño al hospital, donde tiene la atención necesaria, ¿pero, en dónde te quedarás? ¿Dejarás al niño al cuidado de alguien de confianza para acompañar a tu esposo en un momento tan difícil, o te quedarás cumpliendo tu deber de madre al lado de tu pequeño? No hay una respuesta correcta, la respuesta sólo la tienes tú y depende de tu historia.
Lo que debe ser tu prioridad
No se puede hacer una aseveración simple acerca de quién o quiénes deben ser nuestra prioridad. Hay momentos en los que nuestros hijos nos necesitan más que a nadie, otros en los que tus padres necesitan tu presencia, otros tantos, en los que debes concentrarte en tu pareja, e incluso otros en los que tus necesidades deben estar en primer lugar.
Cada amor, cada relación es diferente, no se puede comparar el amor que sientes como hijo, como padre o como pareja. Son cariños distintos, por lo tanto, la prioridad en nuestra vida, desde mi punto de vista, debe ser el equilibrio. Darle tu tiempo, tu ayuda, tu atención a los demás, e incluso a ti misma, según las necesidades de cada persona de una forma equilibrada, te ayudará a sentirte satisfecha con cada una de las relaciones en tu vida.
Tomado de familias.com